¿Alguna vez pensaste que recital histórico te hubiese gustado ver en vivo? Seguramente sí. Bueno, Néstor también lo hizo, aunque en su caso se hizo realidad.
Una tarde de verano fue con su familia a una excursión a las piedras preciosas. En un momento, aburrido de la guía habitual, se escapó del grupo en el que estaban y se metió en un montecito que había, para ver si podía encontrar alguna piedra escondida. Se llevó una gran sorpresa cuando, entre los árboles, escuchó un sonido parecido al de una flauta. Se acercó sigilosamente hasta el lugar del cual provenía la música y allí se topó con un hombre de unos cuarenta años vestido como un hippie, sentado en el pasto y tocando una flauta. El sujeto tenía varios collares de piedras preciosas colgados en el cuello y a Néstor le llamó la atención la cantidad de colores y brillos diferentes que brotaban de allí.
Hippie:- Hola pibe. Qué hacés?
Néstor:- Eehh… no, nada. Estaba viendo a ver si encontraba unas piedras preciosas pero… (Aguardó unos segundos) Disculpame, ¿vos dónde conseguiste esos collares?
La pregunta pareció haber incomodado al hippie, que en seguida se levantó y se acercó a Néstor. Antes de volver a hablar, lo miró de arriba abajo y se quedó un momento tratando de escuchar a su alrededor, para asegurarse que no los oyera nadie. Entonces sí, prosiguió:
Hippie:- ¿Te gusta el rock?
Néstor:- ¿Qué? Eh, sí.
Hippie:- Me imaginé, porque tenés puesta esa remera de Luca Prodan. Está buena.
Néstor:- Sí. Sumo es mi banda favorita.
Hippie:- Te gustaría ir a ver un recital de Sumo?
Néstor:- Je je, sí. Pero… es imposible. Luca está muerto.
Hippie:- (Riéndose a carcajadas) Ja, ja, ja, ja. Pibe, en el rock nada es imposible. Mirá, prestá atención. Ves este collar que tengo en la mano?
Néstor:- Sí, está bueno. Pero qué tiene que ver con…
Hippie:- Es un Transportador Rockero. Vos tenés que pensar cinco veces el recital al que te gustaría ir y después te lo colgás. Al instante, vas a estar allá.
Néstor no podía creer lo que el hippie le acababa de decir. Sonaba muy raro.
Néstor:- ¿Será? Noooo, vos me estás jodiendo.
Hippie:- En serio, pibe. Yo ya fui a ver a los Beatles, The Doors y Jimy Hendrix. Tomá, probá. Pensá cinco veces en un recital de Sumo y después colgátelo. Pero ojo, eh. Cuando termine el recital, tenés apenas diez minutos para volver. El mecanismo es el mismo: tenés que pensar cinco veces en el lugar desde el cual fuiste transportado y después sacarte el collar. Si no lo hacés a tiempo, te vas a quedar ahí para siempre. Y ojo con romperlo.
Néstor no sabía si confiar o no en el hippie, pero de todas maneras tomó el collar. Lo apretó fuertemente con su mano derecha y se puso a pensar en algún recital de Sumo. Las palabras que se le venían a la mente eran "quiero ir a un recital de Sumo". Las pensó cinco veces y se colgó el collar. Y ahí ocurrió algo fabuloso.
Totalmente excitado por la situación, dejó de mirar a la gente y se fijó en el escenario. Ahí estaba Pettinato con la barba larga y el saxofón sonando con una fuerza única. Ahí estaba Mollo haciendo su propio show, contorneándose y transformando su rostro con cada acorde. Allá arriba se encontraba Superman Troglio destrozando la batería. Y también Daffunchio y Arnedo. Y, por supuesto, su ídolo. Luca Prodan iba de aquí para allá paseando su pelada y cantando con esa voz tan típica. Cada palabra, cada grito, cada acción de Luca era espectacular. Néstor estaba feliz y se dispuso a disfrutar del show. Con el paso de los temas, se fue acercando cada vez más hasta el escenario, hasta que cerca del final estaba a escasos metros del escenario.
Aguardó expectante a que Luca volviese a arrojarlo, pero pasaron dos, tres, cuatro temas y el cantante siguió con el colgante en su cuello. Y cuando ya estaba a punto de saltar al escenario, terminó la música, Luca miró a la multitud y dijo: “Gracias, qué tengan buenas noches.”
Caminó por un largo pasillo y finalmente dio con lo que parecían los camarines. De repente, un sujeto le tocó la espalda. Giró y se encontró con Ricardo Mollo en cuero, con una botella de whisky en la mano y una sonrisa en la cara:
Mollo:- Qué hacés pibe, permiso.
Néstor estaba absorto. Pero por suerte reaccionó rápido.
Néstor:- Si, perdón. Estem… Luca dónde está?
Mollo:- Luca, ahora te lo llamo. Esperá acá.
Mollo fue hasta uno de los camarines, golpeó la puerta y al instante salió Luca, que aún tenía el collar.
Ya era demasiado. Cómo haría Néstor para encarar a su ídolo y reclamarle el colgante. No le daba la cara, pero el tiempo se le acababa.
Néstor:- Hola Luca. Me llamo Néstor y vengo de Misiones, soy un fanático tuyo.
Luca:- Misiones, linda provincia. Voy a pegarme una vuelta un día de estos.
Néstor:- Sí, bueno, estemm.. Hubo un problemita. Viste el collar que tenés colgado? Bueno, me lo afanó la piba que te lo tiró al escenario. Y yo lo necesito porque me es de mi vieja.
Luca lo miró de arriba abajo y se quedó callado. No parecía muy contento con lo que le había dicho Néstor.
Luca:-"Luca is not dead", jajajaja. Está buena, es original.
Néstor:- ¿Qué?
Luca:- La remera. Esa que tenés puesta. Está buena. Te la cambio por el collar.
Era el colmo. A Luca Prodan le había gustado la remera que habían sacado a la venta tras su muerte, que sería un año y medio después. Néstor entendió la paradoja al momento, pero era imperioso que recuperase el collar.
Se sacó la remera y se la dio al italiano. Luca, después, se quitó el collar y se lo devolvió. Después, inesperadamente le dio un abrazo y se despidió: “Chao pibe, nos vemos en Misiones”.
Néstor volvió al montecito. Ahí lo esperaba el hippie tocando una guitarra. Le devolvió el collar, le agradeció por el viaje y se fue. No sólo había visto a Sumo, sino que le había regalado su remera a Luca Prodan. Inolvidable. Como Sumo.